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Diario el Pais - 16 de mayo 2010 Profesionales de la maternidad

| domingo, 16 de mayo de 2010

Profesionales de la maternidad

El Programa de Acogimiento Familiar ("las cuidadoras") ofrece una alternativa a las internaciones en el INAU que alcanza a 1.102 niños alojados en 394 casas. | Si bien en los papeles no es una adopción, en la realidad los niños les dicen "mamá"; algunos llevan más de la mitad de sus vidas bajo su protección.
C. NOTARGIOVANNI / L. GARCÍA
Si la maternidad se cursara en la universidad, Margarita Arias ya tendría al menos tres títulos de doctorado. Y si se calificara, varios sobresalientes. Nacida en Paso de la Cruz, un pequeño pueblo del departamento de Río Negro, esta mujer de 61 años se ha pasado la vida criando niños. Primero a varios de sus siete hermanos. Luego a sus seis hijos biológicos más dos mellizos adoptados y, desde hace 16 años, a otros 11 niños que están bajo la tutela del INAU.
Hoy acoge en su casa de Fray Bentos a cinco pequeños de entre 3 y 13 años. "Ya estoy para jubilarme", comenta Margarita preocupada. Retirarse equivale a tener tiempo para dedicarse al jardín y a sus canarios o hacer "alguna excursión"; pero también implica despedirse de los niños, devolverlos al INAU. La decisión no es fácil y la angustia es grande.
A 309 kilómetros de distancia, en el hogar de Rosa Núñez (49) y su marido Sergio Manuel Rodríguez (53) se han vivido todas las emociones imaginables. Desconfianzas que se volvieron cercanías. Ojos asombrados ante la inédita posibilidad de una habitación propia. Tristezas y satisfacciones. Supervisión de deberes escolares y liceales, visitas al médico o a institutos especializados. Acostumbramiento primero y despedidas después. Incluso cumpleaños de 15. En esa cómoda casa del oeste montevideano han residido en custodia diez chicos del INAU; siete los tuvieron al mismo tiempo; hoy aún viven tres, que van de 12 a 17 años, bajo su techo.
Más allá que desde fines de 2008 en el INAU se hable de Programa de Acogimiento Familiar, aún se apela para estos casos a la figura jurídica de la "cuidadora". De acuerdo con datos del organismo, hoy hay 394 familias de acogida en todo el país, teniendo bajo sus techos a 1.102 menores de edad.
El término "cuidadora" data de los años `30; es obsoleto, tiene innegables connotaciones de género, y su estatus no es fácil de definir. No es una adopción, aunque en los hechos se le parezca mucho, sino una suerte de estadio transitorio en el cual se atiende a niños y adolescentes que por distintos motivos no pueden vivir con sus padres, ya sea por haber sufrido situaciones de violencia, abandono, enfermedad o adicción de sus progenitores. Una "cuidadora" -o "cuidador", para adaptarse a los tiempos que corren- no es una funcionaria del INAU, aunque tenga una relación con el organismo que incluye el cobro de subsidios por cada niño a cargo. Y como hay una paga, tampoco sirve calificarlos como "voluntarios", aunque ejerzan esa tarea por su propia deseo. La psicóloga del programa Sandra Sena -que reconoce que se trata de una situación "desprolija"-, agrega que quienes cumplen esta tarea tienen derecho a jubilación y aguinaldo.
Este limbo jurídico ya se encuentra en tribunales: 120 cuidadoras de todo el país presentaron demandas al INAU en reclamo de derechos laborales (ver recuadro arriba).
Solidaridad. Más allá de términos y cuestiones legales, es una tarea que implica una enorme carga de amor. La asistente social Judith Aude, directora del Programa, prefiere usar la palabra solidaridad. "Es que dentro de la solidaridad no sólo hay mucho amor, sino que también es un sentimiento signado por la importancia del otro, aunque sea distinto, aunque esté en una situación de vulnerabilidad. Pero se trata de un niño y se tiene que velar por sus derechos".
Esa solidaridad es lo que se busca a la hora de seleccionar los hogares de acogida, agrega Aude. Importante: los cuidadores no pueden tener el deseo final de convertirse en mamás o papás. "Buscamos familias flexibles, sin prejuicios ante la pobreza o discapacidades de los chicos". Durante la selección (ver recuadro abajo), el equipo técnico del INAU determina si los postulantes están capacitados para recibir en sus casas a bebés, niños pequeños, adolescentes o menores con problemas físicos o mentales. También hay que tener en cuenta la capacidad que tengan de procesar duelos. "Porque estas familias tienen la misión de cuidar al niño y facilitar el regreso a su familia de origen o a una adopción". Y eso duele mucho.
El "llamado" tiene varias causas. En el caso de Margarita, fue una enfermedad que la tuvo al borde de la muerte. Se operó de la vesícula, se cayó, se le dañó el hígado y pasó varios meses en coma. "Por algo Dios me dejó acá", pensó al salir del trance. Entonces, hace ya 16 años, decidió convertirse en cuidadora. Y su casa de seis habitaciones fue copada nuevamente por el inconfundible bullicio infantil. Tanto es así que su esposo Julio, jubilado militar de 76 años, fue "trasladado" a un cuarto propio. "Parece un jardín de infantes", ríe. Con la diferencia, claro, de que nunca llega la hora en que los padres van a retirar a sus hijos.
Rosa y Sergio Manuel tienen dos hijos propios que ya abandonaron el nido. Doce años atrás, cuando éstos se iban haciendo grandes, comenzó a germinar la idea de abrir las puertas de su hogar a chicos que no pudieran estar con sus padres. Había antecedentes: la madre del hombre había sido "cuidadora", cuando el INAU se llamaba Consejo de Niño.
CALOR DE HOGAR. El hecho que un niño deba alejarse de su hogar de origen ya implica un quiebre. Sena asegura que no es, ni cerca, la situación ideal; pero sí inevitable para impedir una situación de extrema vulnerabilidad. Llegar a una nueva familia no es la solución mágica. "Al principio están muy retraídos, no comen, no avisan que tienen que ir al baño, muchos han sufrido malos tratos, ¡tienen una mochila muy pesada! Lo que uno hace es indagar lo menos posible, buscar que se acostumbre a la nueva casa", señala Rosa Núñez. Para muchos de ellos, que se les enseñe los cuartos de una casa, una habitación propia, o que se les responda una pregunta, es toda una novedad. "Los chicos quieren gustar, tienen necesidad de afecto", afirma Sergio Manuel, quien es el que figura como "cuidador" en el registro del INAU y es -lo confiesa- mucho más emotivo que su esposa cuando se tocan estos temas, y el que más sufre cuando uno de los jóvenes deja de vivir con ellos.
Apelar a un ámbito familiar y no a las instalaciones del INAU tiene sus beneficios. Aude destaca que los niños que han crecido bajo este sistema alcanzan un mayor nivel de instrucción y adquieren un patrimonio social más rico que aquellos que se han criado en "internados". También tienen una mayor posibilidad de conseguir trabajo e insertarse normalmente en la sociedad, y menos chances de caer en la droga o padecer problemas psiquiátricos. "Reciben más amor de familia, porque se criaron en ese contexto, con un sentimiento de pertenencia, con amigos del barrio, con una escuela como referencia. También podrán ejercer un rol materno y paterno, porque lo han aprendido".
En los casos consultados, las pautas de comportamiento que les exigen son las mismas que las que los padres le impondrían a sus hijos. Que estudien y se reciban es el anhelo común. Que sean felices, la aspiración máxima. Margarita les insiste con que encaren una carrera -ella, que no cursó el liceo porque sus padres no pudieron mandarla a la ciudad- y ordena que cada uno de los niños se tienda su cama, se lave su ropa interior y vaqueros, y se dividan el lavado del baño, levantar la mesa o el secado de platos. Las niñas más grandes, de 11 y 13 años, duermen con ella para un mejor control de sus comportamientos. "Están en una edad que hay que vigilar".
En Montevideo, Rosa sueña ver a "la mayor", hoy de 17 años, recibida y casada. La única prohibición que le impone Sergio Manuel a esta adolescente, que lleva ocho años viviendo con ellos, es ir a la playa sola. El matrimonio todavía recibe llamados de algunos de sus "cuidados" que ya dejaron su hogar. Aún se emocionan.
Salvo en casos extremos, el vínculo con la familia de sangre no se pierde. De hecho, la idea es que el INAU -junto con otros organismos del Estado u otras instituciones civiles- trabaje en la reincorporación del menor al núcleo paterno o a una familia de adopción.
Sin embargo, los altos promedios de permanencia en hogares de acogida, que promedialmente superan los cinco años, más los eternos problemas burocráticos y de recursos humanos del organismo, hacen que el objetivo no siempre se cumpla. De hecho, en Montevideo, el año pasado, sólo en el 9% de los casos el chico volvió al hogar de origen; la otra posibilidad, la adopción, sólo se produjo en un 6%. Según la psicóloga Sena, en un 22% de los hogares de acogida montevideanos los jóvenes siguieron con sus cuidadores aún habiendo cumplido la mayoría de edad.
¿Mamá? Rosa es muy cauta a la hora de responder si se siente madre de estos chicos, por quienes se ha emocionado, reído, sufrido y angustiado como si fueran sus hijos. "Les di la chance de que me llamaran como quieran... Rosa... mamá... me he mentalizado mucho, aunque me he preocupado de ellos tanto como de mis hijos. No sé cómo explicarlo, lo tomo como algo... natural". Pero no puede disimular que sus ojos le brillen al referirse a ellos. Algunos obsequios de anteriores festejos del Día de la Madre (las típicas artesanías escolares con los "Te amo mami" de notoria caligrafía infantil) son pruebas del vínculo creado. Las fotos que gobiernan el living, también.
En Fray Bentos, a Margarita los pequeños la llaman "mamá". Más allá de los vericuetos legales, queda muy claro qué es lo que representa para ellos. Es por estos chicos que ella duda en jubilarse. Es por ellos que la asistente social local de este programa la califica como "polla con un montón de pollitos". Es por todo lo vivido en estos años que ella solo tiene una cosa de la que arrepentirse: "De no haber empezado antes con esto, de no haber ayudado a más niños".

La mayor carencia del programa está en la falta de recursos técnicos

La gran carencia del Programa de Acogimiento Familiar, señala su directora Judith Aude, está relacionada con la falta de recursos técnicos. En Montevideo, el personal con que cuentan consiste en dos asistentes sociales, tres psicólogos, una maestra y una educadora. En el Interior, este déficit es aún más grave.
Y es en el Interior donde están 322 de las 394 familias insertas en el programa.
La falta de personal y de otros recursos ha dificultado la concreción de las diferentes etapas del programa: difusión, convocatoria, control y monitoreo. De hecho, más allá de que se están promoviendo otros tipos de familia de acogida (extensa, parcial, ajena, especializada), sigue siendo la figura jurídica de "cuidadoras" la más utilizada.
Estas carencias -sumadas a la burocracia ya endémica del INAU- impiden una resolución más rápida de los casos. No hay un tiempo promedio entre la solicitud y la llegada de un niño a la casa; en el caso del matrimonio de Rosa y Sergio, rondó los dos años.
Aude señala que hoy están residiendo en dependencias del INAU unos 3.381 niños, niñas y adolescentes para los cuales acceder a un hogar de acogida, mientras esperan un eventual retorno con sus padres o una adopción, significaría un salto cualitativo en su calidad de vida y la posibilidad de un mejor porvenir. Sin embargo, hoy no hay más de siete familias en lista de espera para este programa. En el último año y medio sólo se registraron diez nuevas "cuidadoras".

Del programa de acogimiento familiar

Requisitos para ser "cuidadores"

Los que deseen ser "cuidadores" del INAU deberán tener entre 28 y 50 años, certificado de buena conducta, carné de salud y ciclo básico culminado (en este punto y en la edad hay flexibilidad).
Las entrevistas de selección son numerosas con un abordaje multidisciplinaro con énfasis en lo psicológico y el trabajo social. Si hay niños en el hogar, ellos también son consultados.
Es fundamental determinar que el matrimonio, o pareja, o adulto/a solo/a interesado en el cuidado, no tenga un deseo solapado de "adoptar" un niño.
También se estudia que el hogar interesado tenga ingresos suficientes para que el subsidio que el INAU entrega por niño se destine solamente a ellos y no pase a formar parte del presupuesto familiar.
Los teléfonos de este programa son: 9291670 o 9245766.

Las cifras

53,7% De los niños del programa tiene entre 3 y 12 años, el 29,2% entre 13 y 17 y el 9,8% tiene menos de dos.
20% De esos niños, niñas y adolescentes tienen alguna discapacidad, ya sea leve o moderada.
987 Son los niños y adolescentes incluidos en este programa en el Interior. En Montevideo son 115.

Monitoreos

El desempeño de los cuidadores es monitoreado por equipos multidisciplinarios integrados por asistentes sociales, psicólogos y maestras. Su periodicidad depende según el caso. Los controles pueden ser domiciliarios, en la sede del INAU y en el instituto educativo al que asista el niño.
Básicamente se busca corroborar que el niño tenga un espacio físico propio, que sus necesidades sean atendidas y que, en el caso de existir hijos propios en el hogar, el trato sea equivalente.
Si bien lo deseable es que los chicos no cambien de hogar de acogida, la existencia de irregularidades determinará que el INAU busque otro destino para el niño, niña o adolescente. También esto ocurre si el chico no se adapta a la familia o viceversa, o si el estatus del hogar de acogida sufre alguna modificación drástica.
Al momento, las entrevistas previas con los interesados en tener a un niño en custodia son la principal herramienta de evaluación para el organismo, así como para detectar un intento de adopción "solapada" o el hecho de buscar aprovecharse del subsidio que se paga por chico. Las detecciones de irregularidades no son fáciles. La directora Judith Aude reconoce que es más difícil detectar un caso de abuso dentro de un hogar que en una dependencia del INAU.

De niño "cuidado" a abogado de las "cuidadoras"

"Tuve la suerte de que no me fueron a buscar", dice Sergio Rodríguez sobre sus padres biológicos. "Porque no habría tenido la oportunidad de salir adelante", agrega. Tal vez hoy no sería abogado. Tal vez no habría aprendido nunca que la "unidad" del vínculo afectivo familiar es lo central. Esto último, cuenta, es uno de los legados más importante que le dejó su familia de crianza.
Cuando tenía dos años, Sergio fue enviado -en el marco del Programa de Acogimiento Familiar- desde una dependencia del INAU de Paysandú al hogar de María Rosa Silva, Julio Pereira y sus tres hijos: Julio José, Rossana y Rosario. Desde entonces, ellos son su familia. "Siempre supe que podían venir a llevarme. Las madres biológicas tienen ese derecho", cuenta, pero agradece que eso no haya sucedido.
Sin embargo, cuando llegó a la adolescencia quiso saber de sus padres. Entonces se enteró que su progenitor había muerto y conoció a su madre. "Ella tuvo una actitud tan fría que no me dieron ganas de volver a verla", dice. Hoy Rodríguez es padre de una niña de año y medio, Guadalupe, y hay algo que tiene bien claro: "Lo último que haría sería darla. No hay pobreza que justifique abandonar un hijo".
Este abogado es quien está ayudando a 120 cuidadoras de Artigas, Salto, Paysandú, Fray Bentos, Mercedes, Durazno, Tacuarembó, Montevideo y Cerro Largo en una demanda contra el INAU.
El reclamo se hace sobre la base de que si bien estas personas gozan de algunos beneficios laborales, no son consideradas como el resto de los trabajadores de la institución. No tienen licencia, ni salario vacacional, ni prima por atención directa (un 20% extra que reciben quienes trabajan directamente con los niños), ni horas extras; lo que repercute a su vez en los cálculos jubilatorios. "Hoy las cuidadoras se jubilan por la mitad de lo que les corresponde", explica Rodríguez. Según un cálculo hecho hace cinco meses, si Margarita Arias se retirara hoy cobraría $ 8.000 de jubilación.
Actualmente, cada familia recibe (por niño en custodia) aproximadamente 4.000 pesos (2.300 de sueldo y 1.700 de víveres), dinero que debe ser utilizados exclusivamente en el chico, para alimentación y mantenimiento. Si se trata de un menor de dos años, reciben un 30% más; y si tiene alguna discapacidad física o mental, un 60% extra; si requiere un tratamiento médico específico, otro 30% más. Las querellas fueron presentadas por departamento y no a nivel nacional para facilitar la movilización de las cuidadoras a las audiencias.
El INAU, cuenta Rodríguez, apeló a la "excepción de inconstitucionalidad", lo cual es interpretado como una "chicana, un recurso legal para dilatar el trámite", señala el abogado. "Entiendo que esto es una paradoja: por un lado el Poder Ejecutivo promueve una ley que agiliza los juicios laborales y a la vez el INAU interpone este recurso", dice Rodríguez, aunque acepta que forma parte de la reglas del juego.

Diario el Pais - 16 de mayo 2010 Profesionales de la maternidad

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