Información sobre adopción en Uruguay y adopción en general

Boletín Salesiano - octubre de 2006 - ADOPCIÓN:LOS HIJOS DEL CORAZON

| martes, 31 de octubre de 2006

Cada año, en Uruguay, cientos de parejas optan por la adopción, un camino de ida y vuelta en el que niños y adultos construyen ese complejo y determinante mundo afectivo llamado familia. Pero en Uruguay no todos los caminos son suavemente ondulados. Y el de la adopción, por ser un territorio donde la fragilidad humana se desnuda, exige para todos los que lo transitan, una particular actitud de vida, porque amor y dolor, esperanza y desencuentros son eternos habitantes de ese misterioso recorrido que es hacerse padre y madre, hacerse hijo.

LOS CAMINOS DEL ENCUENTRO"… quien lo diría, había caminos que no conocía y sin embargo allí estaban dibujados en tinta invisible, esperando acurrucados que mi corazón comenzara a llamarte…"
Samuel T. Coleridge dijo una vez que en cada rostro humano hay una historia y una profecía. Cuando un niño es adoptado, tal vez como ningún otro, su rostro encarna las palabras de Coleridge, porque será portador de una historia y al mismo tiempo de una profecía. La historia, con los padres que lo concibieron; la profecía, con la nueva vida y la nueva familia que se abre. "Al igual que muchas parejas nos planteamos la adopción luego de recorrer el largo camino de la infertilidad", dijo al BS, Sofía, una mamá adoptiva. "Los tratamientos de fertilidad son largos, lentos, caros y con poco porcentaje de éxito. Es movilizador tomar la decisión de adoptar porque tu hijo biológico no llegará y sentís que exponés tu vida".
"…bajo mi danza de dichas y sustos dibujé tu nombre y mientras te esperaba seguí mis huellas buscando las tuyas…"
Entregar un niño en adopción implica para la nueva familia un feliz comienzo, y para quienes trabajan a diario con esta realidad, el fin de un arduo camino signado por la responsabilidad de quien de una forma u otra decidirá sobre el futuro de un ser humano. De ahí los requisitos aparentemente "burocráticos" -formularios, documentación, entrevistas- que acompañan el trámite adoptivo.

"En esta oficina, la adopción de un niño además de un motivo de alegría implica la culminación de un exhaustivo trabajo", reflexiona Ana María Brisco, Directora del Departamento de Legitimación Adoptiva y Adopción (ILAYA) del INAU. "Nuestros equipos técnicos, sicólogos, pediatras, etc., trabajan desde el principio con la familia de origen del niño para mantener el vínculo biológico; cuando a criterio del equipo el vínculo se ha debilitado o no es adecuado o hay voluntad de entregarlo en adopción, se deriva el niño al Departamento y comienzan las coordinaciones para buscar, dentro del enorme número de familias estudiadas y preparadas, los padres que se adecuan más a sus necesidades."
Olga Portas, psicóloga del ILAYA, considera que este proceso llevado a cabo en una institución y a cargo de un equipo interdisciplinario, es "una garantía para la pareja que busca adoptar y para el niño que va a ser adoptado. Es un proceso complejo, que tiene que ser orientado, apoyado y revisado. Si se respeta, el porcentaje de padres no preparados para tener un bebé entre sus manos será menor".
Las historias de procesos adoptivos son múltiples. Muchas se ignoran o pasan desapercibidas; otras, como la de Sofía, se comparten. "Nuestra hija no llegó con nosotros, llegó antes. Se gestó antes de encontrarse con nosotros y hay cosas de su propia historia que son suyas, que le pertenecen, y tenemos que respetarlas y ayudarla a que las integre y establezca el círculo con nosotros, su familia. Para nosotros fue un encuentro feliz".
"… entonces un día, Primavera perfumó mis manos y en ellas floreció tu rostro, y como un caracol que pasea bajo la luna, pasito a pasito, fuimos naciendo, tú en mi corazón y yo en el tuyo."
CAMINANDO EN LO PROFUNDONecesidades afectivas, burocracias, equipos interdisciplinarios, vivencias y enfoques... Desde la antropología, el prof. Nicolás Guigou hace su aporte: "Las pautas culturales inscriben en los sujetos conductas y tradiciones. En nuestra sociedad, como en muchas otras, el sentimiento de pertenencia es una matriz cultural. Todo individuo necesita sentir pertenecer a algo o alguien, estar dentro de un linaje, de una genealogía".
Estas improntas culturales y los condicionamientos que producen forman parte del trabajo que Olga Portas realiza a diario: indagar en lo profundo para conocer las motivaciones conscientes e inconscientes por las que una pareja adopta. "El padre adopta y los hijos adoptan a sus padres", explica la psicóloga. "El niño necesita tener mamá y papá, y los adultos necesitan tener hijos. Por eso, hay que hilar fino. El deseo de adoptar puede esconder una crisis de la pareja, la insistencia de los abuelos por tener nietos, o la exigencia social de que hay que tener un hijo. La pregunta crucial es: ¿qué lugar ocupará en esa familia un niño que carga una historia tan dramática y difícil?".
En el caso de Sofía la respuesta está en su historia. "Para irla a buscar llevamos unas ropitas que yo había comprado en un viaje al Interior. Llevamos una mantita, regalo de una de las abuelas, una batita hecha por la otra abuela, y era como que toda la familia estaba esperando. Era una parte del proceso que no me quería perder: preparar las cosas para la hija que iba a llegar".
SECRETOS DE FAMILIA.En muchas familias, la existencia de un hijo adoptivo se mantiene bajo secreto. Debido a ese silencio, son muchos los que descubren "por casualidad", después de muchos años, que son hijos adoptivos. Otros nunca lo sabrán. Actualmente, los especialistas creen que el niño adoptado tiene que conocer su historia, tanto que se ha plasmado como un derecho, en el artículo 142 del nuevo Código del Niño. "Se trata de respetar su historia -reflexiona Olga Portas- hay nueve meses y un día que no me pertenecen a mí como padre o madre, sino que son del niño. Tengo que incluir esa parte de la historia, porque le pertenece al niño que ahora es mi hijo".
Pero el miedo siempre ronda. Existen profundas heridas familiares e individuales por verdades que han resultado dolorosas. El caso de Ana es tal vez, un ejemplo extremo. "Yo me enteré de golpe, una persona cercana a la familia me lo gritó en la cara en un momento de rabia. Ya pasaron muchos años y todavía me duele". Experiencias como la de Ana explican la importancia que da el ILAYA al hecho de contar con un equipo de especialistas a la hora de prepararse para la adopción.

Para el prof. Guigou, el silencio con que muchos padres e hijos llevan su historia de adopción denota que lo biológico aún incide con fuerza en nuestra sociedad moderna: "Los discursos sociales no son inocentes. A través del lenguaje generamos el estigma en quienes fueron abandonados o no pudieron tener hijos. Cada vez que decimos cosas como 'sangre de mi sangre', cada vez que distinguimos entre 'hijo adoptado' e 'hijo propio', priorizamos que padre e hijo lleven la misma sangre".
La verdad y los afectos, verdaderos constructores del vínculo entre padres e hijos, parecen ser la estrategia más conducente para superar los temores y prejuicios, tanto l individuales como colectivos. Sofía apuesta a eso: "Nuestra hija sabe desde el principio que es adoptada. Ella habla de la señora, y ha dicho 'yo tengo dos madres'; claro que tampoco falta un enojo en el que diga 'ustedes no son mis padres'. Hay que manejarlo con cintura y no desarmarse por eso".
EL MUNDO DE CRISTALLas madres que dan o abandonan a sus hijos son llamadas madres abandónicas. Una madre abandónica también es una mujer que, en la inmensa mayoría de los casos, ha sido abandonada, proviene de una familia desintegrada, con mal trato y ausencia de figuras que le permitan saber funcionar como madre. Sin embargo, a pesar de que estas heridas están en la mayoría de estas mujeres, no todos los "abandonos" son iguales. Una mujer que sabe que no va a poder hacerse cargo de su hijo y lo cede a otra, enfrentando en muchos casos el destrato o la agresión, no es lo mismo que la que después del parto se fuga o sale con el bebé y lo vende en la esquina o lo tira en un tacho de basura. Esta conducta estaría enmarcado dentro de los síntomas de una patología. ¿Y el instinto materno? Muchos nos lo hemos preguntado cada vez que se mediatiza un abandono que asegura rating. La respuesta es que el instinto no es suficiente, y quedará sepultado bajo la pesada y destructiva carga que una mujer abandónica lleva consigo.

Una cosa es segura: en todos los casos de abandono pocos se preguntan por el padre, que a la postre, es el primero en abandonar. La carga recae siempre sobre la mujer, en un contexto en el que se evidencia la falta de opciones y no tener un lugar donde recurrir para ser informada y acompañada para decidir qué va a hacer con el bebé recién nacido. Mientras la sociedad no pueda brindar tal contención, tal vez lo mejor sería no juzgar, sino comprender lo que significa el drama de quien deja y de quien es dejado.
LAS ÉTICAS DE LA ADOPCIÓNEn 2004, Uruguay aprobó un nuevo Código de la Niñez y Adolescencia, que estableció que el ILAYA y el Movimiento Familiar Cristiano (MFC) serían los únicos canales por los que se pueden realizar adopciones. La medida buscaba agilizar el proceso adoptivo y dar las máximas garantías al niño y a sus padres. Los resultados no parecen ser los esperados.
Según una nota publicada en el diario El País del 22/03/06 por Javier Lyonnet, durante 2005, mientras el INAU entregó 44 niños, otros 42 se entregaron por vías informales, en muchos casos, a familias ya inscriptas en el INAU. La misma nota señala que anualmente se reciben entre 145 y 150 solicitudes de adopción, y se entregan sólo 50 niños, habiendo casos en los que hay que esperar hasta cuatro años por un recién nacido. Demoras burocráticas, escaso número de adopciones, ineficiencia y desinteligencias entre agentes del Estado, son algunas de las problemáticas que cada tanto colocan al INAU en primera plana de los medios de comunicación.
Ana María Brisco reconoce lo complejo de la situación. "Si bien el nuevo Código ha sido transformador en muchos aspectos, es perfectible; si se tiene que esperar cuatro años por un recién nacido, lo que resulta brutal, es porque los niños no nos llegan. Y algo está pasando". Y lo que pasa se explica desde el INAU por la acción de agentes no autorizados, personas que por lucro o favor vinculan parejas con madres que no pueden hacerse cargo o están dispuestas a entregar su hijo. Incluso ha habido denuncias sobre llamadas telefónicas a parejas inscriptas en las listas del INAU ofreciéndoles un recién nacido, lo que demuestra flagrantes fugas de información.
Pero los agentes informales no son el único factor que explica el problema. Paradójicamente, muchas veces el mismo Estado evita que los niños lleguen al INAU. Las distintas interpretaciones del nuevo Código desencadenan situaciones como la que publica Gabriela Vaz en el diario El País del 15/05/05, donde señala que sólo en Maldonado, el número de niños entregados por vía judicial fue de 120, mientras el ILAYA apenas entregó cuarenta en todo el país.
Si bien estos casos de adopción de los niños no pueden considerarse ilegales, tampoco son lo más adecuado. Ana María brisco señala que "no puede ser que una adopción se realice sin que nadie vele por los intereses del niño. Los mecanismos no están aceitados, las interpretaciones son diferentes, no hay paridad de criterios. Nos hemos intentado juntar, pero no siempre estamos todos".
Un dato significativo es que el 70% de los padres inscriptos solicitan niños recién nacidos lo que deja un alto margen de niños fuera de toda posibilidad de adopción. Sumemos a esto que las adopciones interraciales son tan escasas como las de quienes padecen enfermedades psicológicas, VIH u otras patologías, y tendremos un nuevo elemento para entender por qué el número de adopciones es tan bajo. Las contradicciones y complejidades del tema se resumen en la reflexión de Ana: "No estoy de acuerdo con registrar un niño como hijo biológico cuando no lo es, pero cuando pasan tres años de espera te preguntás si se acuerdan de vos. Es difícil ser objetivo, pero el INAU y el Poder Judicial deberían ponerse de acuerdo. Si las autoridades no tienen una ética de la adopción nunca habrá una ética de los adoptantes".
SE ACEPTA AMOR: TRATAR AQUÍ. "Ningún ser humano puede vivir sin amor", afirma Olga Portas. "Hay consecuencias mensurables por carecer de amor. El amor estructura al ser humano; si yo no he sido querido ni respetado, no puedo tener capacidad para querer. El amor también se aprende".
Dicen que cuando una madre da a luz un bebé, hay señales que delatan su intención de entregarlo: se niegan a mirarlo, no lo quieren abrazar... Dicen también que hay madres biológicas que cada tanto van al INAU y preguntan si el hijo que dieron en adopción está bien, y si escuchan que sí lo está, siguen hablando de otros temas como si nada.

En pocos temas como la adopción, el ser humano está tan expuesto en su fragilidad. Una fragilidad que no es debilidad ni estigma, sino la capacidad de comprender que para alcanzar una ecología interna como especie, necesitamos mucho más que saciar las necesidades básicas de alimento y descanso. Necesitamos más, necesitamos del otro, del amor del otro... Algo que las montañas no precisan, pero que si lo precisaran y les faltase, no dudo que se derrumbarían.


Boletín de octubre de 2006